Se está haciendo cada vez más difícil disfrutar de los días de verano en las ciudades, los termómetros en rojo nos horrorizan. Todos buscamos ir a la playa cerca de la brisa del mar o al campo donde encontremos un refugio en la vegetación.
El cambio climático viene pisando fuerte y cada vez influye más en nuestras vidas. Sin ir más lejos, estos meses de julio y agosto están siendo muy calurosos, con olas de calor muy frecuentes.
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Es innegable el efecto negativo que tienen las altas temperaturas para la vida en el planeta en general. En los seres humanos una temperatura corporal por encima de los 38 grados es una alarma importante.
Si nos sometemos a altas temperaturas los efectos son muy perjudiciales para la salud. Nuestro organismo puede sufrir arritmias, deshidratación, golpes de calor, calambres, empeoramiento en enfermedades e inclusive la muerte.
En las ciudades el incremento de las temperaturas se sufre por parte de todos y el efecto Isla de Calor se está convirtiendo en cotidiano. La escasez de vegetación, mucho tráfico e infinidad de construcciones son la fórmula perfecta para que se produzca este fenómeno urbano.
El calor se acumula en la atmósfera y en las superficies de la ciudad, las horas nocturnas son un verdadero horno y es imposible dormir. Estas experiencias las vivimos en los meses estivales, y mientras más grande y poblada la ciudad son mayores los efectos.
Las radiaciones solares son absorbidas durante todo el día por esas grandes masas de hormigón, ladrillos, tejas y kilómetros de asfalto. Los materiales utilizados en las construcciones urbanas no favorecen la disipación del calor y en las noches se convierten en verdaderos surtidores de temperatura.
La ausencia de vegetación en las ciudades es otro factor importante para que se produzcan estas islas de calor. Las zonas verdes y los árboles juegan un papel fundamental captando radiaciones a través de su fotosíntesis y reducen la temperatura de la superficie.
Varias acciones podemos acometer para palear los efectos de las altas temperaturas. La solución está en transformar los espacios urbanos existentes y crear ciudades adaptadas al calor.
Un ejemplo de que es posible transformar nuestras ciudades lo tenemos en el barrio de Las Margaritas, en Getafe, en la Comunidad de Madrid.
Allí, con la voluntad y la ayuda de los fondos europeos, han transformado una pequeña plaza en un verdadero oasis, contribuyendo a palear el calor en la zona. En este enlace de El País podrás conocer los detalles.
Otro ejemplo es en Valverde de la Vera, en la provincia de Cáceres, Extremadura. Cada verano, desde hace 11 años, en el proyecto "Tejiendo la calle" realizan parasoles con materiales reciclados llenando de sombra las calles del pueblo.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente tiene publicada una guía práctica para la construcción de edificios y comunidades adaptados a palear las altas temperaturas. En esta guía nos ofrece las soluciones de construcción para crear ciudades resilientes al calor.