Desde el principio de los tiempos de nuestros antepasados, allá por la Edad de Piedra, la vestimenta fue un medio fundamental para proteger los cuerpos.
Las pieles que obtenían de la caza se convirtieron en prendas que protegían de las adversidades del clima. El vestir se transformó por ese modo de estar siempre contacto directo con la naturaleza, las vidas nómadas y la falta de un refugio adecuado.
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Los diferentes climas con sus cambios fueron creando la necesidad de buscar materiales y telas más acordes a las exigencias del medio que les rodeaba. El modo de vestir evolucionó con las civilizaciones, sus estilos de vidas, divisiones sociales, tradiciones y materiales disponibles en cada época.
De la zona geográfica y de la estación del año depende la forma de vestir, esta puede variar mucho en cuanto a modas, diseños y colores a utilizar. Un ejemplo de ello es que en las regiones frías se utilizan tejidos y diseños que permitan conservar el calor corporal, mientras que en altas temperaturas buscamos refrescar el cuerpo.
Hoy día contamos con infinidad de tipos de tejidos, junto a una gran diversidad de modas y estilos según la región geográfica en que vivamos y nuestra cultura. La elección del tipo de tela a la hora de confeccionar una prenda de vestir es fundamental.
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La tendencia es apostar por materiales naturales, que sean resultado de procesos de producción sostenibles. Algunos de los más utilizados en las modas de verano son:
En estudios realizados por investigadores se ha demostrado que la solución perfecta la mostraron los beduinos. El desierto, sus altas temperaturas y condiciones climáticas extremas les hicieron encontrar soluciones para la supervivencia y en ello la forma de vestir ha jugado un papel fundamental.
Las túnicas que habitualmente se visten en esas zonas del planeta se considera la mejor solución para combatir el calor. Su diseño amplio y fluido permite que el aire refresque el cuerpo con el movimiento que se genera al caminar, y su tela gruesa protege de la exposición al Sol.
En cuanto al color de los tejidos, no existen referencias significativas. En los estudios realizados no se ha comprobado que exista diferencia entre los colores oscuros y claros. Aunque sabemos que los colores oscuros adsorben más calor, todo indica que las características del tejido utilizado impide que el calor penetre hasta la piel.