El gas natural es uno de los combustibles fósiles más utilizados en el mundo para generar electricidad y calor. Sin embargo, su uso tiene un impacto negativo en el medio ambiente, ya que contribuye al calentamiento global y a la contaminación atmosférica.
Por eso, la Unión Europea ha decidido poner fin a las calderas de gas en las viviendas y promover el uso de fuentes de energía renovables y eficientes.
La nueva Directiva de Eficiencia Energética de la UE, en vigor desde el pasado 20 de septiembre, ha establecido una serie de medidas con respecto a las calderas. Medidas que nacen de la intención por reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. Tanto en el sector residencial, como el industrial y de servicios.
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Entre estas medidas, destaca la eliminación progresiva de las calderas de gas en favor de las bombas de calor. Estos son sistemas que aprovechan la energía del aire, del agua o del suelo para climatizar los espacios interiores.
Según esta directiva, los países miembros tienen un plazo de dos años para adaptar sus legislaciones nacionales a las nuevas normas. A partir de enero de 2026, quedará prohibido instalar calderas de gas en nuevas viviendas. Sin embargo, habrá algunas excepciones para industrias intensivas que podrán seguir utilizándolas hasta finales de 2030.
Además, se establecen objetivos anuales acumulativos de ahorro energético para cada país, que van desde el 0,8% hasta el 1,9%, según el periodo.
Las bombas de calor, la alternativa más eficiente y ecológica. Las bombas de calor son dispositivos que transfieren calor de un lugar a otro mediante un ciclo termodinámico.
De esta forma, pueden extraer calor del aire exterior, del agua o del suelo y llevarlo al interior de la vivienda, o viceversa. Así, se puede obtener calefacción en invierno y refrigeración en verano con un solo sistema.
Las ventajas de las bombas de calor son múltiples. Reducen el consumo eléctrico, ya que solo necesitan electricidad para activar el compresor y los accesorios del sistema. Y aprovechan la energía gratuita e inagotable del entorno.
Además, no emiten gases contaminantes ni generan residuos; y ofrecen un alto rendimiento y confort térmico.
Existen diferentes tipos de bombas de calor según la fuente de calor que utilizan: aire-agua, aire-aire o geotérmicas. Cada una tiene sus características, ventajas e inconvenientes, así como su coste y su instalación.
Por ejemplo, las bombas de calor aire-agua tienen un precio medio entre 6.000 y 10.000 euros. Las bombas de calor aire-aire oscilan entre 2.000 y 8.000 euros. Y las bombas de calor geotérmicas pueden llegar a costar hasta 20.000 euros.
La elección del tipo de bomba de calor dependerá de las condiciones climáticas. También del espacio disponible, del presupuesto y de las necesidades térmicas de cada vivienda.
Lo que está claro es que se trata de una alternativa más eficiente y ecológica que las calderas de gas que tienen los días contados. Y pronto dejarán de ser una opción viable para climatizar nuestros hogares.