Cuando llega la época de veraneo y comienzan a saltar las alarmas por presencia de medusas en nuestras costas, la preocupación se propaga rápidamente. Esta puede ser una causa para cerrar el acceso a las playas y por ende un impacto en la economía de las zonas afectadas.
En San Sebastián han visto ondear la bandera roja más de una vez este verano, la carabela portuguesa está de turismo en la zona y se empeña en disfrutar sus playas. A finales del mes de julio se llegaron a recoger hasta 73 ejemplares en la playa de La Concha. La playa de Zurriola fue cerrada con bandera roja y en isla de Santa Clara, Ondarreta y en Eguzki la bandera amarilla ha estado ondeando.
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Los avistamientos de la Carabela Portuguesa han disminuido, y en vista de que no piensan marcharse, el ayuntamiento de la ciudad ha tomado medidas. En noticia publicada por RTVE hemos sabido que se flexibilizará el protocolo que existe actualmente, donde se prohibía el baño si se encontraban 15 ejemplares o se producía alguna picadura.
La carabela portuguesa (Physalia physalis) también suelen llamarle barquito portugués, agua mala, botella azul o falsa medusa.
Es muy curiosa la constitución de la carabela portuguesa. Está formada por una colonia flotante de organismos asociados, con funciones definidas que garantizan la supervivencia de todo ese conjunto. Esto la diferencia de las medusas que son organismos individuales.
Cada carabela portuguesa al ser una colonia de individuos femeninos o masculinos producen óvulos o espermatozoides según corresponde. Su formación comienza con un pólipo fruto de la reproducción sexual y seguidamente ese pólipo se alarga para dar lugar a otros pólipos.
Su seña característica es esa vela gelatinosa en su parte superior que mide entre 15 y 30 centímetros. Esta vela es fundamental para su traslación, permitiéndole impulsarse con el viento.
El cuerpo central tiene unos tentáculos de unos 10 metros y son el instrumento que utiliza capturar a sus presas. Hay ejemplares que estos tentáculos pueden llegar a medir hasta 50 metros.
Los tentáculos de esta falsa medusa son los encargados de defender a la colonia y proveerle de los alimentos necesarios. En su superficie encontramos células epiteliales con cientos de estructuras punzantes nombradas nematocistos.
Cuando la carabela portuguesa se siente amenazada, sus tentáculos ponen en función los nematocistos. Estos son los responsables de provocar los síntomas que sienten las víctimas al entrar en contacto con ella.
Estos síntomas pueden ir desde muy leves hasta graves. Los más comunes son escozor, picor e inflamación en la zona afectada, otros casos presentan náuseas, vómitos, fiebre. Y en casos extremos se reacciona con alergias muy graves que pueden provocar un shock anafiláctico.
Si tuviéramos un encuentro con la carabela portuguesa, la mejor recomendación es ir de inmediato al médico para recibir la atención necesaria. Y por último, recordar que si nos encontramos con ella en la arena, No tocarla. Aun después de muerta, sus tentáculos son capaces de trasmitir la toxicidad.