Anteriormente, se ha demostrado en varios estudios cómo la vida de las abejas se ve afectada por los campos electromagnéticos de las líneas eléctricas. Incluso, se ha planteado que éste pueda ser uno de los motivos de mortalidad de las mismas, siendo una de las razones de su declive. Han pasado muchos años, pero las cosas no han mejorado para este insecto del que tanto depende el ser humano y el planeta.
En la actualidad, unos investigadores de Chile y Argentina han publicado un estudio en la revista Science Advance de lo más ilustrativo. En él muestran "evidencias concluyentes" de cómo los campos electromagnéticos de las torres eléctricas alteran la vida de las abejas. Según indican en este estudio, afectan a su labor polinizadora, lo que las afecta a ellas, a las plantas, a los animales y la supervivencia del ser humano.
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Lo que ha hecho que este estudio esté generando más impacto es que han podido publicarlo en una revista científica de prestigio. Y que, afirman, aportan "evidencias concluyentes de los impactos perjudiciales de los campos electromagnéticos en el comportamiento de polinización de las abejas, lo que genera efectos negativos en la comunidad vegetal".
Para poder demostrarlo nuevamente, este equipo compuesto por biólogos y ecólogos, encabezado por Marco A. Molina-Montenegro, del Centro de Ecología Integrativa de la Universidad de Talca (Chile). Ha utilizado como referencia las torres eléctricas y han medido el alcance e intensidad del campo electromagnético a 10, 25, 20 y 200 metros, más.
Cuando se trataba de postes inactivos, el campo electromagnético no ha llegado a los 1,5 microteslas. Sin embargo, a 10 metros de una torre activa, la intensidad alcanzaba los 9,47 microteslas, a 50 metros bajaba a la mitad y, si se encontraban a 200 metros, era inapreciable.
Una vez registrado este factor, analizaron a las abejas de la miel que recorren diferentes campos. Las que trabajan más cerca de las torres activas produjeron la proteína HsP70, que se activa frente a factores de estrés en los insectos. Es entendida como un marcador molecular para una condición de estrés ambiental.
Cuando los animales se estresan se produce un aumento de su temperatura y su conducta se ve alterada.
Además de exponer a las abejas en el laboratorio a diferentes campos magnéticos, lo que mostró diferencias de expresión de 14 genes relacionados con el sistema inmunitario o la navegación. Por ejemplo, en la proteína HsP70 la expresión fue un 52% superior en las que fueron expuestas.
También se observó el impacto que se produce sobre la polinización en las zonas donde hay torres de alta tensión. Tengamos en cuenta que las abejas siempre van donde haya más flores, con independencia de si hay o no torres. Los datos muestran que las abejas fueron un 308% menos a las flores que estaban a menos de 25 metros de una torre activa.
Si las flores se encontraban a más de 200 metros de las torres activas, solo había una diferencia de un 16% siendo, todavía, más visitadas las torres inactivas.
“Pero las abejas no evitan estas zonas y precisamente ese es el problema. Estar expuestas al campo electromagnético, incluso por periodos muy breves, les genera un impacto fisiológico negativo por un tiempo prolongado, lo que perjudica la polinización”. Dice Molina.
Señalan que ellos han centrado su trabajo en las proximidades de las torres, pero que sucede lo mismo en todo el tendido de alta tensión. Dicho lo cual, esto no solo afecta a las abejas, también a polinizadores como abejorros, mariposas o escarabajos, entre otros.