En la infinidad del cosmos, allí en la Vía Láctea, se encuentra nuestro sistema solar con sus 8 planetas y su astro rey, el Sol. Esta inmensa estrella es imprescindible para la vida en la Tierra y le proporciona la luz y el calor que hace posible que existamos.
La relación entre el Sol y la Tierra fue uno de los causantes de que surgiera la vida en nuestro planeta. Es la fuente de energía principal de todo el sistema solar y mantiene unidos a los planetas girando alrededor de él.
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Se conoce que el Sol es de color verde, aunque a nosotros desde la tierra nos parezca naranja o rojo. Nosotros no podemos captar la luz que emite en una longitud de ondas azules verdosa, que son la inmensa mayoría.
Es una estrella enorme, con 1.4 millones de kilómetros de diámetro y es tan grande que 109 planetas cabrían en su superficie. Sabemos que la temperatura de su núcleo puede llegar a alcanzar unos 15,5 millones de grados centígrados, y en la superficie otros 5500 grados centígrados.
El Sol está compuesto en gran parte por gases muy calientes, en su mayoría de hidrógeno y de helio. Y dentro del sistema solar representa el 99,8 % de su masa.
Uno de los fenómenos que ocurren en el Sol son las llamaradas, que son explosiones que se generan en su superficie. Estas llamaradas se catalogan en tres tipos, de tipo C de poca magnitud que apenas tienen influencia en la Tierra, de tipo M que son moderadas y de tipo X.
Estas últimas son mucho más intensas y afectan las comunicaciones por radio, las redes de energía eléctrica, las señales de navegación. Y también pueden presentar riesgos para las naves espaciales y los astronautas.
En estos meses de julio y agosto, dos noticias publicadas por la NASA en su blog confirman que el Sol ha emitidollamaradas catalogadas como X, muy intensas.
El día 2 de julio ocurre el primer evento clasificado de X1.0 y el día 5 de agosto el segundo alcanzando la categoría de X1.6. En esta clasificación la letra X nos indica que han sido destellos muy potentes y el número nos da la información sobre su fuerza.
Las dos llamaradas ocurridas en estos meses se consideran muy intensas, y producen daños en las redes eléctricas, en las comunicaciones por radio, y en el funcionamiento de los satélites.
Aquí en la Tierra el poder de estas erupciones las vemos en las auroras boreales. Este espectáculo es común observarlo cerca de los polos; pero en tormentas fuertes se pueden ver en otros puntos del planeta.
Las auroras boreales son observadas con más frecuencias en los polos porque el campo magnético de la tierra es más débil en esos puntos. Con tormentas solares más fuertes, este campo magnético sufre aún más y hace que se pueda observar este fenómeno donde no es habitual.
Cada 11 años aproximadamente, el Sol pasa por un ciclo solar, caracterizado por dos periodos. Un mínimo solar en el que se encuentra muy tranquilo y generando poca erupción, y el período llamado de máximo solar donde esta estrella es mucho más activa.
El Sol entró en el ciclo 25 en el año 2020 y se pronostica que se vuelva mucho más activo en los próximos años. El año 2025 se pronostica como el año de máxima actividad en este ciclo.